Muestras




KAIKUS

Cantamañanas
como aquí el que subscribe
no sé de otro.

Tras la perdiz
corren los perdigones
de todo tipo.

A la perdiz
le sienta el vino tinto
mejor que a muchos.

Los sacramentos
de la fabe en Asturias
llaman compango.

Tomarse en serio
requiere algunas veces
tomarse en broma.

Donde haya pera
Conferencia se callen
los gimferreres.

Para el lumbago
fajas y mantas térmicas
no vienen mal.

Tiendo a olvidar
cuando el peque da guerra
que soy su padre.

Juana de Arco,
como buena heroína,
tenía un peligro...

Ver el molino
con la luz del cigarro
es mucho ver.

Al ruiseñor
no me le hagas parodias
que es muy poético.

Cuanto se diga
sobre el ornitorrinco
no será nada.

La codorniz
se escapa con andares
patidifusos.

Pesca con mosca
a la orilla del río
cagüen sus muelas.

Llueve en el campo,
quién me manda probarlo
paseando al perro.

Zumba la abeja
parabrisas adentro:
- Frena, Manolo.

Ladra en la noche
el perro del vecino,
lo mato un día.

Carta de ajuste,
aquello sí que era
un late night show.

Éramos pocos
cuando parió la abuela

a los trillizos.



GUARDERÍA

Hoy, jueves 27 de marzo de dos mil
catorce he ido a llevarte yo, por primera vez,
a la guarde y he visto deslizándose un pez
de plata en tu carita, la Biblia en un atril

del hall de las monjitas, cuando nos despedíamos.
Y, mientras te decía, que volvería pronto
a por ti se me ha puesto una cara de tonto
que la hermana, en la puerta, viendo que no movíamos,

se te ha llevado adentro, no sin cierto desdén
hacia mi incertidumbre de padre primerizo.
He articulado entonces un resignado amén

y he salido a la calle, pero no me espabila
ni el trajín del trabajo ni nada de este hechizo
y veo en todas partes tu bata y tu mochila.


Desconcierto por Lázaro y América




No es la resurrección de Jesucristo
la que me tiene en vilo. Al fin y al cabo,
Jesucristo era Dios, un pasaporte
válido para el tránsito entre vida

y muerte que, además, nunca caduca.

Es la resurrección de Lázaro, su amigo,
la que me desconcierta
porque ¿qué amigo es ese que lo despierta a uno

en medio de la siesta o de la muerte?

Yo, por lo menos, no soportaría
la cara de Paulino recortada
a contraluz abriendo la tapa de mi tumba

y pronunciando aquello de levántate y anda.

Para morir de nuevo en un mes o en un año
mejor que se levante cualquier otro,
pensaría; no sé, tu puta madre.


Eso me desconcierta, pobre Lázaro,
y que no revelase, siendo Dios,
a sus seres queridos por lo menos
que más allá del mar hay otra tierra
habitada por gentes, América, América.

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